Se acabaron las vacaciones y con ello vuestra tranquilidad... ¡He vuelto!





Este año he tenido unas largas vacaciones, relajadas tranquilas de esas de “no molestéis que estoy muy ocupada no haciendo nada” y de las de gastar menos que un “ciego en novelas”, ya que me he quedado en casa, pero decidida a vivir, como si estuviera en el más exótico país y en el hotel más lujoso, con los horarios más anárquicos, desde que se inventó el reloj, vamos de esos “de hoy no me levanto pá no tenerme que acostar”.


 He disfrutado de la playa, todos los días, de ratos, de esos que no se pagan con dinero, con los amigos y la familia, de paseos por la ciudad, con poco tráfico y con poca gente, de tomarme una café en una terracita, viendo simplemente el tiempo pasar, de tirarme en el sofá a “dormir” los programas de la tele, de salir de tiendas, para ver “lo que no me puedo comprar” (algo si me he comparado, pero poquito, que no está la cosa para muchos tiros), de leer libros nuevos y otros ya leídos, que me dejaron buen sabor de boca, de hacer crucigramas y sopas de letras, de comer, sin horario, simplemente cuando tenía hambre, en fin de todas esas cosas que se echan de menos, cuando la vida es pura rutina.


Pero...siempre hay un pero, las dos últimas semana de mis largas vacaciones, fueron un torbellino, me cansé todo lo descansado y más, me fui a Galicia, a mi Galicia del alma, todo en plan familiar, pero “un no parar” ¡Bendito cansancio!, de lo único que descansé fue de la tele, recorrí lugares que amo, estuve con familia que añoraba, comí esa comida, que es manjar de dioses, cuando te la preparan con todo cariño, los que te quieren, porque saben que es lo que te gusta y bebí esos vinos de mi tierra, que si me hubiera visto el dios Baco, se hubiera jubilado. Estuve en As Pontes de García Rodríguez, Sigüeiro, Santiago de Compostela y Arzúa, preciosos lugares de la provincia de la Coruña, todos ellos, disfrutando de sus paisajes y de la familia, a la que por la distancia se ve poco.

 También estuve en Orense y Ribadavia, que me la he dejado para el final, porque Ribadavia, en la provincia de Orense, para el que no lo sepa, es punto ya parte, porque aparte de un sitio bellísimo, para mí, son recuerdos de mi niñez, risas, travesuras, juegos y algún que otro, muy merecido cachete, para poner orden en la “Banda de los Pitanos”, cuyos integrantes eran unos gamberros, pero sí de esos gamberros, de los antes, sanotes y sin maldad, pero con mucha picardía infantil (que es la peor, porque todo te lo perdonan, jajajaja) y que estaba formada por mis primos y servidora, que lo que no inventaba uno lo inventaban los otros.


En Ribadavia, disfruté, a parte de la familia, de sus paisajes, sus rincones escondidos y de la frescura de sus ríos y del broche de oro que fue “ A Festa da Istoria” (sí, sí sin H, que para el que no lo sepa en el Idioma Gallego la H no existe), buen comer, buen beber, mucha diversión, muchas ganas de revivir la Historia Medieval de este bello pueblo y que se celebra el último fin de semana de agosto, bueno para ser exactos, el último viernes y sábado, porque el domingo, ya no hay fiesta hay que reponerse.

 Y la disfruté vaya si la disfruté, tanto que me vestí de época, eso sí acorde con la crisis, mi traje era de campesina. Y ahora, toca volver a la rutina, recuperarme para el año que viene o lo que la vida depare, porque esta una ya en una edad (ya sabéis, los que me conocéis tiempo, que siempre tengo 35 años), que ya no se pueden hacer planes a muy largo tiempo, que la vida es muy cabrona y no hay que darle ideas.

 Os he echado de menos y tendré que echar mano de la hemeroteca, a ver que narices han hecho los famosos de chichinabo, que dan vida a este blog, para que os lo cuente y se nos quite la morriña, de un verano que ya está dando sus últimas bocanadas.


Abaco de colores

MIS OTROS BLOGS
Directora gerente de hogar Pato carpintero

6 comments

Leave a Reply

Linkwithin

Vecinos enlazados con la Porteria