La novia de Cesc Fábregas, una invitada que ninguna novia, querría en su boda






Una boda es el día más feliz, o eso se dice, mientras no se demuestre lo contrario, de una novia y ella debe de ser la protagonista absoluta y nada, ni nadie debe hacerle, ni la más mínima sombra, por muy pequeñita que sea. Por eso hay dos normas, que toda invitada debe de seguir, para no restarle protagonismo a la novia, no vestirse de blanco y no llevar ningún modelito que reste atención a la protagonista. Esto en cuanto a bodas normalitas, porque luego hay protocolos, que si de mañana de corto, si de tarde de largo, que según la ocasión, con pamela, sombrero, casquete (de los de ponerse en la cabeza, no de los otros… ¡mal pensados!) etc., que vamos estas normas, más o menos, porque no me las sé de memoria.



Y todo este rollo anterior, viene porque en la boda de Xavi Hernández y Nuria Cunillera, que por cierto iba preciosa, la novia de Cesc Fábregas , la modelo libanesa Daniella Seeman, que tiene un cuerpo espectacular, no fue vestida de blanco, si no de negro, pero con un modelo, que acaparó la atención de todos los invitados, que no podían quitar sus ojos de ella, y ni te cuento de las invitadas, que seguramente la pondrían como hojita de perejil, pero , más por envidia que por solidaridad con la novia.


Lucía la chica, un modelito largo transparente, que no ocultaba nada, y que parecía uno de aquellos famosos “saltos de cama” (camisones elegantes), que lucían las actrices en las películas de los 60 y 70, en la típica escena de aparecer, apoyadas en una puerta y fumando, en una larga boquilla, aunque eran bastante más recatados. No dejaba nada a la imaginación, ya que además de tanta transparencia, tenía un escote, que dejaba entrever que Daniella, tiene unas tetas muy bien puestas y operaditas, que como seguro le han costado un pastón, tenía que lucirlas, porque son de esas, con las que no se puede inclinar hacía a delante, sin apoyarse, porque se caería de boca (que mala es la envidia, por Dios).

 Aunque seguramente, la novia, ni se enteró de lo poco apropiada que iba la modelo, por el momento tan feliz que estaba viviendo. Pero es inevitable, no la viera, porque en las bodas se ve todo el mundo, ¿por qué si no de qué íbamos a cotillear, en las mesas?, además casi seguro, que ya estaba más que avisada, por algún alma caritativa, de esas llamadas “mejores amigas”, así que cuando se percatara del modelazo, como se la ve una persona fina y educada, seguro la saludo y le sonrió, con la mejor de las sonrisas, pero pensado en su interior “Menuda pinta de fulanita tienes Danielita, pero te has equivocado de ceremonia, esto es una boda, no un funeral”, le estampó dos besos y a otra cosa mariposa.

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