No era hora, pero tampoco importaba que lo fuera, el sol
estaba, pero no estaba, al igual que no llovía, ni tampoco parecía fuera a
llover, simplemente, era un día anodino, un día más, donde la esperanza ni
estaba presente, ni estaba por llegar. Había que esperar que apareciera, pero
tampoco era de esperar que llegará, que encontrara la dirección, sin perderse,
porque alguien dijo, una vez y casi fue dogma de fe, que la esperanza nunca se
pierde, pero si no lleva la dirección bien puesta y el sello correspondiente es
posible que nunca llegue, porque no habrá encontrado el camino.
No obstante, me senté en la puerta, pero no a ver el
cadáver de mí enemigo pasar, si no a esperar lo inesperable, al cartero
repartidor de las esperanzas, que después de tanto esperar, me enteré que no
existía ni estaba por existir. Pudo ser o pudo no ser, que en ese mar de dudas,
un maremoto de pensamientos encontrados, recorriera los ríos de los recuerdos y
en un rinconcito, de la mente, de esos de los que nadie tiene conocimiento de
que existe, encontrara un fragmento, roto y descolorido, de esperanza frustrada,
de esa que se tuvo, cuando los años eran ligeros, las penas para siempre y
olvidadas al día siguiente, los sueños dulces y cada día era como un mar de
sueños de mañana, de un mañana cercano, de un futuro lejano y de un te amare
para siempre, pero siempre es mucho tiempo y la esperanza, era simplemente real,
esperanzadora, prometedora y arrebatadora, y siempre se vestía de “un tal vez
mañana pueda llegar”
Pero los años, pasaron, no solo por pasar, si no porque
tenían que pasar, y la esperanza se alojó cada día más lejos, más inalcanzable y
se convirtió en un será o no será, y fue una certeza, la certeza de que cada
día, era uno menos para esperarla, que la vida, pasa, no porque quieras que
pase, sino porque tiene que pasar, con la esperanza justa y justiciera, de que
el final tiene que llegar.
Y te vas a la estación, a sentarte en el andén, a
esperar, ese último tren, que dicen que si no coges, no volverá a pasar, hoy no hay billetes, ni se sabe si mañana los
habrá, porque la esperanza, los ha comprado todos, para que no le vayas detrás.
Nela
En fin, a esta Portera, a veces se le va la
olla.
Pues me ha gustado leer tu ida de olla :)
Deseo que tengas un buen inicio de semana. un beso.
Y leí y releí y pense sin pensar,me dejó un algo dulce y un algo amargo bajo la piel.
abrazos niña bella!!!!!TQM
Conmovedoras palabras, amiga. Pintura de una realidad que pega fuerte, pero que otra, mañana o pasado, la quitará. La vida es cíclica, Nela. A veces estamos en la cresta de la ola, otras en el llano. En el gráfico, es el más largo, como corta la cúspide. Las olas están, allá y aquí. Que no te lleve ninguna. Un fuerte abrazo, mi amiga.
Muchas gracias Devastiel
Muchas gracias Draco
Mi querida Fiaris, es que es una duda, afortunadamente no me pasa muy a menudo. Te quiero
Gracias Zuni, tendré cuidado con las olas
Me ha gustado Nela!! En ese banco de la estación estamos siempre sentados, esperando sin perder la esperanza.
Esta muy bien que pierdas la olla de vez en cuando:))
Un beso.