Llevo días que no puedo ni escribir, ni dormir, ni comer (bueno comer sí, no sea me dé un vahído y no pueda escribir), ni siquiera ir de compras, para ahorrar, por si tengo que prestarles algo de dinerito, para que la Infanta Cristina y su familia, lo necesitan para sobrellevar su “dura vida" en Suiza. Lo reconozco soy de corazón blandito.
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